Thursday, August 12, 2010

retomar con tres

Hasta dónde hay que seguir empujando el coche, jalando la carroza o arrimando el piano. Es correcto jalar algo que se resiste a cambiar de lugar? o es mejor en un momento parar, respirar hondo y registrar el momento de la despedida y la división de los caminos?

Mi poder de concentración nulo me hace pensar que tal vez ni en mi día a día se concentrarme. Es como que estoy constantemente mirando por la ventana, la ventana de mi casa da a una calle muy tranquila, pero a la que nunca pude apuntar mi escritorio porque corro el riesgo de no hacer nada. La ventana de mi cuarto da a un jardín que es más terral que pasto y que si me pongo a mirarlo en su tierra tiene a mis perros, a mi de niña jugando, jugando con Chiqui mi vecina de en frente a la que un par de veces mordí y le pedí que por favor no le contara a nadie, jugábamos a las barbies, a hacer experimentos químicos con el set que me regaló mi mamá y eso, junto con los 80´s nos llevó a ser pequeñas terroristas Miraflorinas. Poníamos bombas de harina con sillau, polvo de hornear,mostaza, agua curry y canela en puntos estratégicos y luego corríamos. No jugábamos a los policias y ladrones, eramos clara y orgullosamente terrucas, tu sabes, cosa de todos los días. Ese jardín tiene mis cumpleaños de niña, mi piscina cuadrada de 1.5mts por 1.5mts en la que buceaba por horas en mundos fantásticos con Paquita, mi tortuga charapita de la selva, el jardín era su dominio, hasta que el cocker decidió destronarla violentamente y ahora en ese jardín también está enterrada. En la piscina mi abuela disfrutaba las noches de verano, metiéndose un rato patas afuera a disfrutar del agua y bajar el calor. Ahí mismo ella de día cuidaba sus plantas, hizo crecer fresas y fotografiaba feliz a los blue birds que venian a comer el pan que todas las mañanas les dejaba, casi siempre con película blanco y negro. Ahí mismo me columpié por horas, una vez salté del columpio y caí de espaldas al piso sin aire, no tuve miedo de estar rota, si no mas bien del grito que me iba a meter mi mamá y como le explicaba que estaba tratando patear el árbol de enfrente desde el columpio de madera y sogas que luego una vez se rompieron dejándome sentada con los brazo estirados hacia arriba con cara de que mierda pasó acá. Ahí quedaron mis viajes al cielo azul entre ramas de los árboles sentada en una tabla de madera.
En verano poníamos una mesa de ping pong que jamás vi que nadie usará, había entre las enredaderas un bull, que tampoco vi que nadie usara jamás pero que estoy segura que se lo comió la enredadera. Veo el susto que nos llevamos mi mamá y yo cuando vimos a mi abuela durmiendo en la banca del jardín y nadie le quería pasar la voz para almorzar porque pensabamos que talvez...solo talvez no dormía...pasarían muchísimos años para que el caso fuese cierto, pero esta vez con mi madre. No pongo el escritorio al lado de la ventana porque el cielo en lima me hace pensar en muchas otras cosas más vivas.

retomando toma 2, o hasta tres.

Calentando los dedos y editando las ideas. editando imagenes y viendo si me dejo llevar por sonidos, colores, anecdotas, risas, musica, tropiezos, si me dejo llevar por la corriente o si me estaciono y meto mis dedos a la calefacción y escribo no mas, sin pensar mucho.

Wednesday, August 11, 2010